Aliza Manuyama: “Leí Harry Potter y quedé fascinada con la magia”

Aliza Manuyama es una escritora nacida en Iquitos, Perú. A los 17 años, escribió su primera novela, Beckham: una familia irreal. Apenas un año después, a los 18, participó con el cuento “La Despedida” en el conjunto de relatos La ciudad son tus arterias, editado por el escritor Paco Bardales.

Aliza recuerda que su madre solía leerle cuentos de niña. Al crecer, se sintió atraída por libros más extensos y, a los 14 años, comenzó a soñar con la idea de escribir su propia historia. Cuando leyó Harry Potter quedó fascinada con la magia y la fantasía de dicho mundo.

Su papá es José Manuyama, reconocido defensor medioambiental amazónico. Aliza enfatiza siempre la necesidad de proteger y preservar la Amazonía y sus ecosistemas.

Publicaciones

Beckham. Una familia irreal (2021)

Después de su graduación, la protagonista Livia Beckham descubre que proviene de una familia real, que cuentan con grandes poderes y un origen fuera del planeta tierra. La novela aborda temas de magia, relaciones sentimentales, venganza, secretos familiares y conflictos que han perdurado durante siglos.

Prólogo de Beckham. Una familia irreal

Era una noche estrellada, una de aquellas que hace mucho no se ven, y todo era absolutamente hermoso. El brillo de las estrellas era capaz de iluminar el paisaje al completo, mostrando una playa, blanca como pocas, frente a un mar de un color verde azulado con pocas olas, que, extrañamente, brillaba bastante por sí mismo.

En medio de la playa, se podía observar a una joven chica de cabello negro azabache y facciones hermosas, que llevaba un vestido blanco con hermosos detalles dorados alrededor, aunque la luz no dejaba distinguir qué forma tomaban. Eso sí, el vestido era demasiado largo, pues se arrastraba detrás de ella mientras caminaba.

Durante una fracción de segundo en el que ella se dedica a admirar el paisaje que la rodeaba con una gran sonrisa, la luz alcanza su rostro, dejando unos segundos para que se pudiera observar que sus ojos, brillantes y alegres, eran del mismo color del mar que se encontraba frente a ella. Parecía reconocer el lugar en el que se hallaba. De pronto la chica siente cómo la brisa la golpea de lleno en el rostro, alborotando su cabello. Aun así, siguió sonriendo de oreja a oreja, como si eso la hiciera apreciar mucho más el estar ahí. Sin vacilar, levanta los brazos a cada lado suyo con emoción para dejar que el viento la azote por completo. Observar esa hermosa vista, esa playa tan gigante, se estaba volviendo una obsesión para ella.

Por alguna extraña razón, que hasta ahora no llegaba a entender, era capaz de sentir el mar, su presencia, que era inmensa. Baja los brazos, satisfecha con la brisa y avanza con lentitud a las aguas cautas, buscando ser capaz de hundirse en ellas…